Transformar el Congreso 2020 en Asamblea Constituyente

Alan Fairlie

Las elecciones del Congreso de enero próximo, son fundamentales. Pueden renovar la representación política, y abrir un nuevo escenario.

Por eso, más allá de cálculos y malabares, los partidos políticos deberían enviar a sus líderes y mejores cuadros. No solo deben revisar los decretos de urgencia de este gobierno que no tiene contrapeso ni fiscalización. Puede sentar las bases para recibir con mejor pie el Bicentenario.

Escenario óptimo

Para empezar puede realizar una reforma electoral  en serio, y completar la reforma judicial y política que nos permita enfrentar mejor no solo la corrupción, sino que cree las bases institucionales para una nueva República. La mayoría de fuerzas políticas y la  población está de acuerdo en generar nuevas bases institucionales. Lo tienen que hacer los mejores cuadros e invitados de los partidos existentes, en los puntos anteriores se puede encontrar consensos sustanciales y requieren cambios constitucionales. Deberían presentarse los que quieren servir al país en esta tarea principalísima, y no los oportunistas o aventureros. Es la oportunidad para que los partidos presenten su visión de país o terminen de perfilarla, para que la población decida con su voto que rumbo tomar posteriormente, el 2021.

Es el momento de consolidar una economía de mercado abierta al mundo, pero no una sociedad de mercado, donde todo se subordina al lucro e intereses particulares. Debe existir una adecuada regulación de los oligopolios y monopolios, una intervención inteligente del estado para diversificar la economía con nuevos motores de crecimiento, basados en el conocimiento, la innovación ciencia y tecnología. Con una educación y salud públicas como derechos garantizados a la población, con la provisión de infraestructura y bienes públicos que busquen el bienestar de la población el respeto del medio ambiente y los estándares laborales internacionales. Eso supone un nuevo pacto fiscal para tener los recursos financieros que lo hagan posible, combatiendo la evasión, y elusión tributaria. También, un ordenamiento territorial que permita afianzar un proceso de descentralización y regionalización, adecuados.

En este último eje económico(a diferencia de los primeros), hay mayor debate y puntos de vista polarizados. Se profundiza el modelo en curso con las políticas y plan de competitividad y productividad anunciados, o se buscan nuevos rumbos, manteniendo una economía de mercado y abierta al mundo, pero con los cambios que permitan inclusión y sostenibilidad. Supone cambiar el modelo primario –exportador y la inserción en la economía mundial, con una estrategia adecuada de integración regional. Lo democrático es propiciar un amplio debate y que la población finalmente decida con su voto.

Podemos tener entonces una Asamblea Constituyente en enero, que haga los cambios necesarios en los temas electorales, políticos y judiciales, donde hay mayor consenso. Ese es el escenario mínimo que se debería buscar. Y, definir de acuerdo a la nueva correlación de fuerzas, como queda el capítulo económico de la Constitución.

Escenario 2

Pero, puede pasar que los candidatos presidenciables no quieran “quemarse”, y guarden también sus mejores cuadros para el 2021. Que los “vientres de alquiler” hagan su tarea, y completen listas de ocasión. Allí, con suerte habrá rostros nuevos, no necesariamente exentos de los vicios y limitaciones de los que han cesado. Desde la improvisación o experimentación como norma, hasta los aventureros u oportunistas usuales.

En ese caso, el descrédito del  Congreso, la clase política y la democracia se acentuarán. Se alimentarían así salidas extremas que no convienen a la República. Claro, hay múltiples posibilidades entre ambos escenarios. Pero, sería mejor buscar el primero.

Foto: Agencia Andina

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