Gobierno: entre malabares y la mecedora

Alan Fairlie

El gobierno anunció medidas para implementar en los próximos meses. Algunas son positivas como las tributarias para investigación e innovación, la regulación sobre medicamentos genéricos, la ley sobre control de fusiones y adquisiciones, y la reactivación de obras públicas paralizadas por juicios o controversias (tomando la propuesta de Contraloría). También el plan estratégico multisectorial de inclusión financiera, plan de infraestructura social o el anuncio de avanzar en aseguramiento universal o la red nacional de telesalud. Son políticas que van en la dirección correcta.

Sin embargo, se insiste en las asociaciones público-privadas sin modificaciones ni regulaciones, y la implementación del plan de infraestructura bajo esa modalidad. Se aprueba la licencia de construcción a Tía María, aunque no se forzará su inversión (irá la OEFA a fiscalizar, dicen), y se deja a una comisión consultiva el encargo de elaborar una propuesta de “minería sustentable”. Se continúa la implementación del denominado “plan de competitividad y productividad”, en los diferentes ejes, principalmente en el laboral con medidas que deben salir este mes sobre empleo juvenil y trabajo a tiempo parcial. Para “dorar la píldora”, se anuncia promover un aumento del salario mínimo el próximo año. El gobierno, cual equilibrista, lanza algunas medidas para la tribuna, impulsa la mecedora, mientras sigue profundizando el modelo, como le rejuró a Confiep.

En efecto, luego que los gremios apoyaran al Congreso y condenaron el “golpe”, jalaron su pita y asumieron la real politik, dispuestos a apoyar nuevamente al gobierno, su gobierno. Desfiló ante los empresarios el premier y ministros del gabinete, para asegurar no cambiaría el modelo, su modelo. Es lo que ha ratificado el gobierno en su mensaje al país.

El gobierno no tiene los pantalones o tiene “rabo de paja”, lo que le impide avanzar en las reformas que son necesarias, o en impulsar un debate nacional a fondo que debería procesar el próximo Congreso, aunque no sabemos si mandarán los partidos a sus mejores cuadros, o se guardan para el 2021. Como si la economía estuviera boyante, las asimetrías resolviéndose, las instituciones fortaleciéndose. Creen pueden “mecer” a la población. Los poderes fácticos presionan irresponsablemente al gobierno, y este implementa lo que le dicen, profundizando el modelo. Con Congreso o sin el “vamos palante”.

El vecindario se incendia, pero aquí seguimos como si nada pasara, como si acá nada ocurrirá, por la elevada informalidad, por las mediaciones misteriosas o la espiritualidad del pueblo peruano, u otras creativas hipótesis de los defensores del modelo y sus privilegios. Se está jugando con fuego, y no les interesa. Deberíamos analizar especialmente el caso chileno, qué pese a sus innegables avances, vive hoy momentos dramáticos (http://alanfairliereinoso.pe/?p=5066). Sus empresarios anuncian estar dispuestos a aportar lo necesario, para paliar en algo la desigualdad existente. Aquí seguimos profundizando privilegios, no se están generando precisamente, los mejores escenarios para el Bicentenario.

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