Agenda y política externa del nuevo gobierno
Publicado en: Revista Ideele
Hubo mucho debate en el periodo electoral, y la preocupación de diferentes sectores por un cambio sustancial en la política comercial externa del Perú, sobre todo respecto de posibles renegociaciones de los tratados de libre comercio (TLC), conflictos potenciales en las relaciones vecinales y el surgimiento de un proteccionismo activo frente a la crisis. Aunque en la Hoja de Ruta, el manifiesto del “compromiso con los peruanos”, ya se planteaban líneas básicas de continuidad. Pasemos revista a cuatro de los temas que permiten hacer un primer balance de lo actuado hasta hoy.
Ni se renegocian ni se tocan los TLC
Durante la campaña se hicieron fuertes críticas a los TLC Norte-Sur (especialmente con los Estados Unidos y China) y Sur-Sur (Chile). Se planteó incluso renegociar algunos capítulos que serían lesivos para la economía y el interés nacional: agricultura, inversiones, propiedad intelectual, mecanismos de solución de diferencias. En el caso de Chile se enfatizaban, además de las asimetrías existentes, riesgos para la seguridad nacional.
Sin embargo, ha primado en el discurso y la acción el llamado compromiso al cumplimiento de los acuerdos internacionales firmados. Ni se renegocian ni se tocan los TLC. Hay, sí, márgenes y espacios de perfeccionamiento de los tratados establecidos en las cláusulas correspondientes, pero la decisión fue clara en relación con abandonar cualquier intento de conversar nuevamente, a pesar de una pública predisposición de algunos de los actores y países involucrados.
Con Chile la situación es más complicada, ya que se ha impulsado acciones conjuntas y hay intenciones de profundizar la relación económica bilateral. Esto, antes de la definición del problema marítimo en La Haya, y a pesar de sistemáticas provocaciones recibidas.
Aún no hay política activa sobre agendas complementarias
La opción del Gobierno, dada la decisión anteriormente señalada, sería la implementación agresiva de las agendas complementarias o el denominado “TLC hacia dentro”.
La agenda de implementación referida a las normas obligatorias derivadas de los acuerdos fue la prioridad del gobierno anterior y en los primeros seis meses del actual. Las agendas complementarias referidas a mecanismos compensatorios a los sectores “perdedores” no existen. No tenemos siquiera un inventario desagregado y completo sobre las implicancias de la implementación simultánea de los TLC firmados, por sectores, actores o regiones. El anuncio de políticas posibles para abordar el asunto no se considera, tampoco, un tema de agenda pendiente.
El otro asunto es el de la agenda de competitividad, que no había sido trabajada. Afortunadamente, en el MEF se han publicado las políticas aprobadas por el Consejo Nacional de Competitividad, que son un muy buen punto de partida para avanzar en temas de innovación y desarrollo, fomento y ampliación de la oferta exportable de bienes y servicios a nivel nacional y en las regiones. Pero no parece existir todavía la articulación transversal que se requiere con los ministerios de Comercio Exterior y Turismo, Producción y Agricultura. Si esto no se corrige, el impulso de la competitividad quedará severamente limitado.
Mayor énfasis en discurso sobre integración sudamericana
Por lo señalado, básicamente tenemos una línea de continuidad respecto a las administraciones anteriores. Incluso se anuncian nuevas negociaciones con varios países, de los cuales Rusia e India nos parecen fundamentales, y sería positivo profundizar la relación actualmente existente.
Dicho sea de paso, mientras todos los países aplicaban medidas de política comercial, como parte de la respuesta a la crisis internacional, el Perú no lo hacía y firmaba nuevos TLC. Esta política básicamente se mantiene.
El cambio es un matiz en el discurso para dar mayor énfasis a la integración sudamericana. El Presidente asistió a las cumbres andinas y sudamericanas y a los foros existentes en este ámbito, lo que contrasta claramente con lo ocurrido con el mandatario anterior.
Nos parece positivo el impulso al relacionamiento con los vecinos y la Comunidad Andina, así como con UNASUR, donde tenemos que asumir próximamente la Presidencia Pro-Tempore. El Perú podría cumplir un mayor papel de liderazgo, dadas las buenas relaciones con mandatarios que impulsan proyectos contrapuestos en la región.
La “desideologización” de las relaciones internacionales del Perú nos parece muy positiva. Estamos en condiciones de jugar un rol más activo, que, esperamos, pueda darse en el futuro inmediato. Un tema central es la discusión de mecanismos e instrumentos de convergencia en la integración regional, no solo en los aspectos comerciales sino también en los estratégicos.
La “integración de los TLC”: TPP, Alianza del Pacífico
En suma, el Perú mantiene la continuidad de la “integración de los TLC” con la modalidad de los acuerdos firmados con Colombia, México, Chile y algunos países centroamericanos, que tienen básicamente el esquema del NAFTA. Son los países que impulsaron el fracasado ALCA, y que han seguido la estrategia de los TLC bilaterales promovida por los Estados Unidos.
También se sigue fomentando el acuerdo Transpacífico y la denominada “Alianza del Pacífico”. Iniciativas que han motivado un explícito malestar de países como China, que ha declarado que es demasiado ambiciosa por parte de los Estados Unidos en un área vital para ellos.
El riesgo para el Perú es que se profundicen algunos temas sensibles, ya existentes en los TLC firmados, como el de propiedad intelectual y el capítulo de inversiones. Pero, también, que Chile consiga consolidar las asimetrías con mecanismos adicionales a los establecidos en el TLC bilateral.
El otro aspecto central de debate es la relación con la integración sudamericana. Hay quienes postulan que desde una perspectiva de “regionalismo abierto” se pueden impulsar simultáneamente ambos procesos, por ser compatibles. Pero existe también evidencia contrapuesta. Países centroamericanos han logrado la coexistencia de los TLC con su proceso de integración. En el área andina implicó la salida de Venezuela y la virtual ruptura del bloque. Hay mecanismos de tensión y conflicto entre los instrumentos y los mecanismos aprobados en los TLC (ahora potenciados con las iniciativas del Pacífico), y los esquemas en marcha de UNASUR y los otros procesos sudamericanos y latinoamericanos, donde se está buscando una paulatina convergencia.
Cuando estas contradicciones se hagan más evidentes, es previsible que se opte por la “integración de los TLC”. Así se habrá borrado el único matiz establecido respecto a la política y la agenda externa de los gobiernos anteriores.