Informalidad y autoempleo: Problema, oportunidad y retos del bicentenario
Juan Pedro Chang – Secretario de Organización de la Central Unitaria
de Trabajadores del Perú, CUT PERÚ.
La informalidad es un fenómeno económico, social, complejo y profundo; presente en ámbitos laborales, económicos, empresariales, tributarios, financieros, judiciales, gubernamentales, municipales y políticos. En el Perú surge en el contexto de un país hecho para el mercantilismo y una economía con fuerte presencia de extrativismo, narcotráfico y corrupción. Históricamente, las élites construyeron un Estado al servicio de empresarios mercantilistas e improductivos, que margina y excluye a los sectores populares del sistema económico y laboral, que no genera suficiente empleo y que empobrece y obliga a autogenerar puestos de trabajo (autoempleo) como alternativa laboral de sobrevivencia y resistencia heroica ante un modelo excluyente.
Nuestra propuesta de formalización y transformación productiva del autoempleo y de las MYPES busca generar empleo digno y decente; transformar y diversificar la economía; cambiar el modelo extrativísta y primario exportador del país consumidor y no productor que somos; lograr un Objetivo Nacional y una Política del Acuerdo Nacional para la transformación del autoempleo y las MYPES; impulsar nueva estructura productiva; sumar nuevos actores al proceso de cambio social; y generar estudios, alternativas programáticas de solución, planes y estrategias para sectores públicos y privados con responsabilidad en el tema.
La OIT señala que la informalidad (laboral) es causada por incapacidad de crear suficientes puestos de trabajo en la economía formal, falta de garantía y cumplimiento de derechos y debilidades en promoción y generación de empleo; que corrupción, infraestructura deficiente, falta de capacitación de trabajadores y empresarios, falta de acceso a mercados, escasa organización sindical, falta de financiación de empresas y trabajadores autónomos y debilidad de las administraciones del trabajo (inspección del trabajo) son obstáculos para la formalización laboral; y que sus consecuencias son bajos salarios, baja productividad, bajos ingresos del Estado, déficits en seguridad social, atención médica y pensiones, enfermedades por condiciones laborales insalubres, estrés y/o pobreza, despido del trabajador informal sin indemnización, menor formación laboral y dificultad de acceso a financiamiento privado o público de la empresa informal.
Antes de la pandemia, según estadísticas oficiales y en promedios, la PEA ocupada estaba compuesta por: 20% de informalidad laboral en sector formal (empresas formales y administración pública), 50% de autoempleo o trabajo independiente y 30% de asalariados formales. Sin embargo, se generalizaba hacia el 70% de informalidad (informalidad laboral en empresas formales y autoempleo) para esconder el 20% de informalidad laboral del sector formal. Actualmente, dicha informalidad laboral (total) estaría en 82% y se mantendría unos dos años más, hasta regularizar y estabilizar la reactivación económica y el mercado de trabajo.
Son tiempos de virus, pandemia, emergencia sanitaria, crisis económica, campañas electorales, nuevo pacto social y bicentenario. Además de COVID 19, enfrentamos patógenos, económicos y políticos, con alta carga viral, que contaminan la gestión de gobiernos de turno en materia de economía, producción, empleo y derechos. Corrupción, neoliberalismo, desindustrialización, explotación y venta irracional de recursos naturales, extrativismo, concentración del poder mediático, mercantilización de la política y dependencia y servilismo a las transnacionales y al capital extranjero son los patógenos causantes de la pandemia del no desarrollo que aqueja al Perú; son peligrosos porque interactúan entre sí y construyen mecanismos de resistencia económica, inteligencia operativa y defensa política.
La formalización y transformación del autoempleo debe impulsar un Perú nuevo en un mundo nuevo; refundar la república peruana; construir un país productor y productivo, sin corrupción y con desarrollo sostenible, salud, educación, empleo digno y trabajo decente: y facilitar la forja de una clase política con moral de productores, con vocación y capacidad de gestión gubernamental, con rostro de diversidad social, productiva, económica, laboral, territorial, étnica, cultural y generacional, con capacidad de liderar un proceso político, social y económico de carácter permanente, que articule propuestas y demandas sociales, productivas, técnicas, académicas, territoriales, generacionales en un Programa y que promueva y lidere una organización política y un frente político social que dirija los destinos del país.
No podemos aceptar que los ambulantes sean tratados como delincuentes. Son autoempleados enfrentando la COVID 19 para no morir de hambre. Y, este 22 de octubre a las 3:00pm realizarán una gran movilización metropolitana frente a la Municipalidad de La Victoria, la cual respaldamos y estaremos presentes.
¿La agenda del autoempleo, el empleo digno y de las MYPES estará presente en la campaña electoral de abril? ¿Cómo lograr una vacuna social contra los virus de la corrupción, del narcotráfico, de los vientres de alquiler y de los candidatos de la informalidad electoral que infectan la política en nuestro país?
Foto: Grupo Verona