Escenarios post-elecciones
Alan Fairlie Reinoso
Todo parece indicar que el JNE proclamará presidente a Pedro Castillo. Suponiendo ese resultado, hay varios escenarios posibles (asumiendo este es reconocido, lo que no es evidente); que presentamos en una reflexión preliminar
Escenario 1
Una posibilidad es que se busque regresar al ideario original, que fue presentado en la campaña de la primera vuelta. Esto consolidaría su núcleo duro, del partido que lo llevó como candidato y bases de maestros, pero implicaría dejar de lado a los grupos y técnicos aliados progresistas que elaboraron el plan de 100 días, el discurso de la segunda vuelta y ponen la cara hoy por el candidato. Supondría que fueron utilizados, como en los noventa con el primer Fujimori, y con Humala.
Con minoría en el Congreso, y los poderes fácticos en contra, tendría muy pocas posibilidades de gobernar, aun cuando recurra a la movilización popular, ya que tendría además que enfrentar una táctica de masa contra masa y llamado a los cuarteles, que terminaría de polarizar el país, con resultados impredecibles.
Escenario 2
Otra posibilidad, es que consolide las alianzas de la segunda vuelta, la moderación del discurso, la estabilidad macroeconómica y plan de emergencia frente a la pandemia y el desempleo, cuyos lineamientos están definidos. Aquí hay dos variantes. Una, que retome el tema de la asamblea constituyente, unido a los mecanismos formales para su convocatoria, renegociación de contratos y/o impuestos a las sobre ganancias sin expropiaciones , y banderas iniciales referidas a la agricultura familiar, educación, salud, AFPs, lucha contra abusos monopólicos, defensa de la industria y el agro nacional, reforma tributaria, sin patear el tablero. Esto supone un diálogo con los empresarios y que estos acepten ceder parcialmente, establecer alianzas temáticas con partidos, actores económicos y sociales y el Congreso, para una modificación y reformas del statu-quo, sin llegar al ideario original. También, convocar cuadros técnicos y políticos independientes o de otros partidos, que apoyen la reforma
Puede haber oposición de los sectores más conservadores, pero se podría conformar una coalición que le de viabilidad al gobierno, tomando parcialmente las propuestas de la primera vuelta y sin romper con el partido. Se tendrían que dar simultáneamente señales claras a la comunidad internacional y los poderes fácticos, y a la población; que no se está traicionando su voto, y las cosas comienzan a cambiar.
La otra variante, es que rompa con el partido que lo llevo como candidato. O que el partido rompa con él, por considerar que se han hecho demasiadas concesiones. Esto fracturaría la bancada en el Congreso y alimentaría una movilización popular por lo menos parcial. Este escenario, tampoco parece ideal para la gobernabilidad y la sobrevivencia del propio gobernante. Parece más razonable tratar de consolidar la primera variante, pese a todas las dificultades.
Escenario 3
Un tercer escenario, es que el candidato no solo rompa con el partido, sino también con los aliados progresistas de la segunda vuelta. Sea cooptado, subordinado o pactado, traicione el voto popular de primera y segunda vuelta implementando básicamente un continuismo, al ritmo que marquen los poderes fácticos; incorporando al gobierno operadores del modelo y apoyos no progresistas recibidos en la segunda vuelta. Si bien podría tener eventual soporte en el Congreso, la oposición de masas llevaría a situaciones tumultuosas como la de países vecinos. Se podría llegar a un nuevo “golpe de masas”.
Tender puentes
Pensamos poco probables los escenarios 1 y 3 (quizá este el peor escenario), pero no se pueden descartar por la historia económica y política del país. El mejor escenario para Pedro Castillo sería el segundo (en su primera variante), pero no tiene baja probabilidad la segunda variante. Ojalá haya voluntad política de los principales actores económicos y sociales, para construir las bases de estabilidad para un gobierno con cambios en democracia. Pero todo depende, para empezar, de cómo se maneje el período entre la declaración del JNE y la asunción del gobierno el 28 de julio. Por cómo van las cosas no hay muchas razones para el optimismo, pero se debe persistir en la voluntad y acción de tender puentes y restañar heridas en un país que llega dividido (para variar), al Bicentenario.
Foto: La tercera