109° reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo

Alan Fairlie Reinoso

Hace unos días, se llevó a cabo la 109° reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo – CIT, luego de la realizada en el año 2019, donde se aprobó la “Declaración del Centenario de la OIT para el futuro del trabajo”. Debido a la pandemia, en el año 2020 no se pudo realizar la CIT, por lo que por lo que la Memoria “El trabajo en tiempos de la COVID”[1], presentada por el Director General de la OIT, es la primera luego del Centenario de la OIT. A continuación, presentamos algunos los aspectos resaltantes:

En la Memoria, se señala que la crisis sanitaria se convirtió en una crisis económica y social sin precedentes en el mundo del trabajo.  Lo que ha generado que las horas realmente trabajadas en el 2020  hayan disminuido un 9% a nivel mundial, perdiéndose 255 millones de puestos de trabajo a jornada completa (cifra cuatro veces mayor a la crisis financiera de 2008). En promedio, la mitad de las horas de trabajo perdidas serían pérdida de empleo, afectando a 33 millones de personas, y 81 millones abandonaron el mercado laboral y permanecieron inactivas.

 A nivel regional, las Américas ha sido la región más afectada, la pérdida de horas de trabajo es del 13.7%, mayor en relación a otras regiones que se situaron entre el 7.7% y el 9.2%. Esta situación estaría generando, según las estimaciones de la OIT, que el número de trabajadores que viven en situación de pobreza moderada o extrema aumente a 108 millones en 2020.

Las lecciones aprendidas en la pandemia

La OIT destaca las siguientes:

1. Constatar que el mundo no previno la pandemia ni estaba preparado para enfrentarla, a pesar de las advertencias de la comunidad científica. El no haber prestado la debida atención, podría sugerir que se incurrió en negligencia culposa.

2. La pandemia puso al descubierto las profundas desigualdades existentes, las cuales se originan en su mayoría en el mundo del trabajo. Estas desigualdades no comenzaron con la pandemia, y no sólo está relacionada a los puestos y a los ingresos, también tiene que ver con al acceso a la atención de la salud y educación, la conectividad a Internet, la protección social, la vivienda digna, el empleo formal, las vacunas, entre otros.

3. Se ha confirmado la premisa general de que los problemas mundiales, requieren soluciones mundiales. El multilateralismo ha sido herramienta indispensable para afrontar al Covid-19. Por lo que las necesidades y problemas urgentes podrían ser atendidos con voluntad política, tanto para las campañas de vacunación rápidas y equitativas, como para impulsar una acción climática dirigida a neutralizar las emisiones de carbono, entre otros.

La Memoria también resalta que se debe atender el gran problema de la financiación las campañas de vacunación y las medidas de recuperación, la protección social, entro otros. Más aún si los Gobiernos han agotado sus presupuestos, habiendo 36 países emergentes y de bajos ingresos que tienen rebajada su calificación crediticia por las agencias de calificación. Según el FMI y el BM, más de la mitad de los países menos adelantados y de bajos ingresos tienen un endeudamiento excesivo o corren alto riesgo de padecerlo.

4. Los marcos de políticas y las modalidades de trabajo tradicionales pueden modificarse de una forma, y a una escala, inimaginables. El mundo del trabajo está evolucionando aceleradamente hacia una «nueva normalidad» permanente. La característica esencial será el trabajo a distancia, pero la pandemia también ha demostrado sus limitaciones. Una vez superada la pandemia, los empleadores y trabajadores podrán optar entre el trabajo presencial y el virtual.

Finalmente, el Director General de la OIT resalta el trabajo que realizaron conjuntamente con los Gobiernos, los empleadores y los trabajadores, tomando como base los pilares de la OIT, donde se establecen los Convenios Fundamentales, que fueron esenciales para afrontar la crisis. Señalando que, “La pandemia de COVID-19 ha supuesto un desastre humano de dimensiones mundiales. Se ha cobrado millones de vidas y ha destruido innumerables puestos de trabajo y medios de subsistencia. También está poniendo a prueba la determinación y la capacidad de instituciones como la nuestra de demostrar que son capaces de superar la adversidad y, como preceptúa la Declaración de Filadelfia, de actuar juntas para promover el bienestar común. No es la primera vez que la OIT se enfrenta a semejante prueba. Siempre ha estado a la altura. Ahora también debe estarlo”[2].

Resaltamos la ardua labor brindada por la OIT en los difíciles momentos de crisis generados por la pandemia. Sus instrumentos normativos han sido de vital importancia para no afectar a los trabajadores; y, sus recomendaciones han permitido una recuperación basada en los derechos fundamentales y centrado en las personas. La OIT, fue firme al señalar que no podíamos optar entre la salud o la economía, que ambas tenían que ser atendidas; así como, la necesidad de promover el diálogo social para afrontar de manera conjunta los problemas y las soluciones frente a la pandemia.


[1] Véase en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_norm/—relconf/documents/meetingdocument/wcms_793281.pdf

[2] OIT. (2021). Memoria del Director General de la OIT “El trabajo en tiempos de la COVID”.

Foto: OIT

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