Después del referéndum: modelo a fondo.

Luego de las elecciones regionales y locales, se alteró completamente el mapa político del país. Pero, los principales partidos y actores, siguen actuando como si la cosa siguiera igual. Ninguna autocrítica, intento de enmienda, búsqueda de consensos o nuevas propuestas.

Siguen con la misma actitud, lo que no solo los distancia más de la población, sino que profundiza diferencias internas y desencadena nuevas deserciones. Lo vemos en el Congreso, principalmente. Pero, también, en la Fiscalía, Poder Judicial y actores regionales.

Referéndum salvador

EL gobierno logró canalizar por el momento las protestas, con la convocatoria de un referéndum, donde el tema central o el pretexto, es la lucha contra la corrupción. Está bien cambiar la forma de elegir el Consejo Nacional de la Magistratura y comenzar a reforma del poder judicial, lo mismo con el financiamiento de los partidos y el inicio de una reforma electoral. Pero, no pasa por encarpetar la bicameralidad.

Se puede dar un avance y luego corregir lo que sea necesario. Al insistir en la no reelección, tenemos un mal menú: unicameralidad y no-reelección. Estos son parches, que seguramente saldrán con los resultados planteados por el gobierno, dada la intensa propaganda por el voto de tres si y un no, y la cercanía de las mismas. Será flor de un día, si no se continúan reformas de fondo.

Para ello, no hay condiciones, dada la debilidad de los partidos actuales y la falta de legitimidad de los mismos. La ronda de conversaciones anunciada por el Presidente, será un instrumento para ganar tiempo, pero no podrá solucionar nada de fondo.

La única salida democrática es terminar de sincerar el escenario, con nuevas elecciones y flexibilización de la participación de actores alternativos, para que una nueva representación en el Congreso y el Ejecutivo, redefina los destinos del país camino al Bicentenario. Salvo que las nuevas propuestas concertadas, se sometan a referéndum para legitimarlas.

Sin embargo, es tal la crisis institucional, que aun así, no bastaría. Se necesita una asamblea constituyente o congreso constituyente (se puede discutir la fórmula), pero una representación popular que defina un nuevo pacto social y económico, institucional, para el Bicentenario y el siglo XXI. Pero, ese no es el camino elegido por el Ejecutivo.

CADE nuestro

Optaron por rendir cuentas al empresariado, no al país, de lo que tienen en mente. Desfilaron ministros y el propio jefe de Estado, señalando políticas en curso, buscando su aprobación. Resalta la anunciada política de competitividad y productividad, con reforma laboral incluida. O sea, con un guiño y concesión a los empresarios en una de sus demandas más sentidas.

Más allá de la pirotecnia verbal, afirmando la lucha “anticorrupción” por parte del gobierno señalando no hay persecución política ni empresarial, y las iniciativas empresariales para buscar reducir las prácticas corruptas en sus filas, lo concreto es la profundización del modelo.

Sea porque se quiere crear un shock de confianza para que inviertan, eliminando los costos no salariales que además fomentan la informalidad. O porque se busca una tregua, dada la incertidumbre generada por la acción de un puñado de fiscales y jueces, o las novedades que vienen de Brasil, respecto a sobornos y coimas.

También, porque genuinamente consideran que puede ser la base de un consenso de políticas (plantearon unificar la propuesta del Ejecutivo con la empresarial, y los trabajadores?), que permitan avanzar más allá del corto plazo.

En cualquier caso, el jefe de estado ha hipotecado su aprobación ciudadana a los empresarios. En vez de lanzar un mensaje al país, buscando una agenda republicana que se canalice por los mecanismos anteriormente señalados (Constituyente y elecciones), sacrifica su temporal apoyo al altar del mercado.

El modelo económico no se cambia, no se toca ni con el pétalo de una rosa, se profundiza con concepciones arcaicas. Cholo barato para competir. La competitividad espúrea y no competitividad sistémica, considerando la cuarta revolución industrial. Presupuesto que busca algo más en políticas sociales, pero no toca lo central.

Ese modelo, que además retroalimenta la corrupción, sin una adecuada regulación y contrapesos institucionales, en un equilibrio estado –mercado que permita avanzar en un crecimiento inclusivo.

Conflicto anunciado

Ese camino no resolverá las demandas crecientes de la población, ni los conflictos que se agudizan en diferentes sectores y regiones del país. La respuesta después del tiempo ganado con el referéndum, es la oferta de alianza a los empresarios, que pedirán más. Y, así, los conflictos aumentarán, canalizados por actores regionales o nuevos actores de alguno de los extremos del espectro político.

Allí se darán cuenta que no han ganado tiempo, sino que lo han desperdiciado terriblemente. Y, lamentablemente, será tarde. Ojalá reaccionemos a tiempo.

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