Educación Superior en épocas de Coronavirus: #Internetparaestudiar

Flor Deza – Universidad Nacional San Agustín de Arequipa

La educación es uno de los bienes superiores más valiosos para la humanidad. El aprendizaje una función mental que nos permite a través de nuestros estudios y conocimientos adquiridos resolver problemas y realizarnos en la vida. Llegar a ser los profesionales que deseamos ser, cumpliendo determinadas metas a través de la conducta voluntaria que hemos habituado, a pesar de las dificultades, a nuestro objetivo.

Muchos trabajamos mientras estudiamos… para mantenernos económicamente, a nuestra familia o simplemente mantener nuestros estudios.

La educación hace ya bastante tiempo se ha interrelacionado con el uso de las tecnologías, de alguna manera facilitando la llegada de la información al mundo, sin embargo han sido también estas tecnologías la causa de que muchos estudiantes tengan aún más dificultades para acceder a la educación.

Entre fines de marzo e inicios de abril, en medio de la coyuntura mundial que el covid19 representa, de manera remota y con muchas ideas en mente, nos reunimos los representantes de los modelos de Parlamento Andino Universitario de Bolivia, Colombia, Perú, Chile y Ecuador; primero compartiendo experiencias, ganando conocimiento y sobre todo aportando opiniones sobre la realidad nacional.

Y entre todas las ideas compartidas sobre las reestructuraciones educativas del sistema universitario de los diferentes países, la forma de apoyo que proporcionan nuestras universidades para el bienestar del estudiante y las medidas tomadas por el gobierno en los sectores: salud, educación y economía; caímos en cuenta de que existía un problema común entre nosotros: estudiantes de universidades de países andinos: la dificultad de acceso al internet.

Una dificultad de acceso que empezaba a hacerse cada vez mayor; una dificultad que se volvía ante nuestros ojos imposibilidad para estudiar y que se traduciría en poco tiempo en abandono de estudios superiores.

Muchos compañeros habían desaparecido, de un momento a otro, del dictado de clases en “modalidad virtual”; en algunas facultades más que en otras, pero en general… Empezábamos a ser menos. Y ante la crisis nacional, la falta de trabajo, la inseguridad y la caída del sector salud; esta situación se iba haciendo un agravante más al problema nacional e internacional que ha hecho notar la pandemia.

Se propusieron soluciones extraordinarias; “educación remota” y “modalidad virtual” se han hecho parte de la solución propuesta por muchas instituciones; pero ¿cuál es nuestra realidad? ¿Cuántos estudiantes tienen acceso al internet? Y de ellos ¿Cuántos pueden acceder a sus clases y tareas virtuales de forma adecuada?

¿Tenemos todos la conectividad, las tecnologías y la economía para, en tiempos de crisis, mantener el servicio y acceder a la educación como se debe?

Nos lo preguntamos todos, estudiamos las estadísticas reportadas a nivel nacional; y nos dimos cuenta de que la brecha era amplia y la desigualdad muy marcada.

El internet y por ende la posibilidad de continuar con su educación no sería opción para miles de estudiantes a quienes ya de por sí les era difícil mantenerse estudiando.

Gran parte de la población peruana no tiene una conexión a internet desde sus casas y aproximadamente el 46.7% de quienes tienen acceso a internet lo hacen desde un celular; además solo el 1.6% de la población rural tiene algún dispositivo para acceder a la red.

Y todo esto termina siendo casi una paradoja. Porque la internet y las tecnologías estaban diseñadas para hacerlo más simple, para permitirnos tener en la palma de la mano nuestra educación, para el crecimiento de la comunidad científica y mejorar las comunicaciones. Pero hoy es un obstáculo más poniéndose en frente de quienes queremos estudiar.

Es de esta manera que nace la iniciativa #InternetParaEstudiar, una propuesta fruto de la participación e integración política juvenil interandina que a través de diferentes actividades busca proponer soluciones que incluyan a todos los actores de la comunidad; a las instituciones de educación superior para evaluar la mejor modalidad a la que acogerse, que sea inclusiva y empática con la población estudiantil, a las empresas para cumplir su responsabilidad social con acciones que beneficien a la población y sus necesidades educativas, al gobierno para que aunque sea un momento difícil denote las brechas y garantice la educación y sobre todo a los estudiantes quienes a través del trabajo conjunto y el esfuerzo por su superación lograrán mantener sus estudios aún en tiempos de coronavirus.

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