Cumbre APEC y el regionalismo
Artículo publicado en la revista El Cóndor
Del 14 al 20 de noviembre de 2016, el Perú tuvo el rol de anfitrión de la cumbre del Foro de Cooperación Económica AsiaPacífico (APEC), tan solo 8 años después de cumplir similar rol, lo que es inusual.
Durante todo el año, se desarrollaron un conjunto de reuniones en las diferentes regiones del país, en torno a los ejes prioritarios definidos:
- Inversión en el desarrollo del capital humano
- Modernización de la MiPYMES
- Fomentar el Sistema Alimentario Regional
- Avanzar en la Agenda de Integración y Crecimiento Económico Regional.
En esta nota, hacemos algunas reflexiones sobre el último eje. APEC desde la Cumbre de Bogor (Indonesia) se planteó la liberalización del comercio al 2020, y siempre ha tenido una posición a favor del multilateralismo.
Pero, coexisten diferentes acuerdos comerciales a su interior, así como dos megaprocesos regionales: el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), uno liderado por EE.UU. y el otro por China. La coyuntura actual definida por el cambio de gobierno norteamericano, y la promesa del nuevo presidente de no ratificar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, le dio especial importancia a este tema de la agenda.
En efecto, había cierta tensión y competencia entre ambos procesos, y APEC era el único espacio de coexistencia y probable convergencia a nivel mundial. La zona de libre comercio en APEC, era un objetivo reivindicado por el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y asociación económica Regional Integral.
Si EE.UU. no aprueba el Acuerdo Transpacífico de cooperación económica, no hay el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Sin embargo, perdería liderazgo e iniciativa y le dejaría “cancha libre” a China, no solo en APEC, en el objetivo de alcanzar una zona de libre comercio. También, en las relaciones con los países de América Latina, sean o no parte de este foro de cooperación.
Los megaprocesos regionales crean una coherencia regulatoria que favorece la expansión de las respectivas empresas multinacionales, consolidando así su liderazgo estas “fábricas mundiales”. Llenan el vacío de un multilateralismo en crisis, y redefinen los términos de una lucha por la hegemonía mundial y nueva gobernanza de comercio.
Si el nuevo gobierno norteamericano impulsa efectivamente medidas proteccionistas, no solo puede crear algún grado de “guerra comercial” con los actores principales del comercio mundial. Posiblemente, genere una redistribución de flujos, y un nuevo mapa de acuerdos comerciales. Pero, también abre nuevas posibilidades para la integración regional y suramericana, el fortalecimiento de la relación con los BRICS, avanzando hacia la construcción de un mundo multipolar. En cualquier escenario, existe la necesidad de impulsar la convergencia de los diferentes procesos de integración de Sudamérica y América Latina.
Depende no solo de los actores oficiales y la decisión política de los gobiernos, sino también de los sectores empresariales, de productores y actores de la sociedad civil. Así, lo discutido en APEC trasciende ese foro, y nos plantea importantes desafíos hacia adelante.