Comercio y desarrollo en un mundo post-pandemia: propuesta de UNCTAD

Alan Fairlie Reinoso

La UNCTAD, en el documento “Transforming trade and development in a fractured, post-pandemic world”[1], destaca que el aumento de las desigualdades, brechas digitales y las vulnerabilidades desiguales al cambio climático; han generado un creciente descontento con la globalización, y ponen en riesgo los avances y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Resumimos a continuación algunas de sus propuestas.

Las  fracturas, también hacen referencia a una desconexión cada vez mayor entre la inversión y los mercados financieros. Dejan la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sub-financiada, mientras que se han mantenido el aumento de la carga de la deuda y de los flujos financieros ilícitos. En la misma línea, el sistema multilateral ha mostrado cada vez más signos de fractura, ya que ha estado sometido a las tensiones entre el comercio, la tecnología y el creciente nacionalismo económico.

Estos quiebres se han pronunciado con la pandemia y su impacto desproporcionado en los más vulnerables. UNCTAD observa una notable discrepancia entre las respuestas políticas nacionales en los países desarrollados y la respuesta internacional, que ha dejado a muchos países en desarrollo en busca de respuestas y opciones.

Se prevé  que en 2020, la economía mundial se contrajo entre un 4% – 5%, el comercio de mercancías se redujo entre un 7% – 9%, y la IED hasta un 40%. La pandemia también provocó la desaparición de casi 500 millones de empleos en todo el mundo solo durante el segundo trimestre de 2020, y afectó duramente a gran parte de trabajadores en empleos informales con poca protección. Si bien se espera que el comercio mundial se recupere entre un 7% – 8% en 2021, se encuentra más cerca de un escenario de “recuperación débil” que de un “rápido retorno a la tendencia”. Respecto a la IED, la pandemia ha creado una incertidumbre significativa sobre las perspectivas económicas, sobre todo en los países en desarrollo, lo que puede provocar un retraso o incluso la cancelación de proyectos previstos anteriormente. Como vemos, la pandemia puede marcar un punto de inflexión, alterando principalmente la configuración de la producción internacional durante la próxima década.

Si bien la crisis del COVID-19 ha afectado a todos los países, su impacto varía ampliamente, causando un mayor daño económico y social en los países en desarrollo. Esto debido a que combinan una gran importancia de los sectores económicos particularmente afectados, con altos niveles de empleo informal y poca protección social. Este escenario pone en riesgo los medios de vida de millones de personas, y aumenta la posibilidad de llevar a 130 millones más a la pobreza extrema, y cerca de 300 millones se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda.

Es necesario un nuevo enfoque internacional que nos encamine hacia una globalización más rentable, y una forma de multilateralismo más resistente que pueda curar estas fracturas, plantea UNCTAD. La pandemia está acelerando una transformación de la producción mundial hacia cadenas de valor más cortas, más regionales y más resilientes; pero también ha mostrado los límites del nacionalismo.

El escaso crecimiento de los ingresos que se ha registrado en promedio, se ha distribuido de manera desigual y el progreso hacia niveles de vida más altos se ha estancado para muchos. La lenta recuperación de la crisis económica y financiera mundial, junto con las fuerzas de la globalización y el cambio tecnológico, han ido acompañadas-en su mayoría- de un deterioro en la distribución de la renta y la riqueza. Esto convierte a la desigualdad, en una de las cuestiones centrales a nivel económico, social y político.

De otro lado, como se mencionó, se están produciendo cambios en las estructuras de producción mundial en medio de la desaceleración del comercio y los flujos de inversión extranjera directa (IED). En esta línea, la integración de los países en desarrollo en las cadenas de valor mundiales es una alternativa, pero que también plantea desafíos. Los países en desarrollo corren el riesgo de permanecer encerrados en actividades con relativamente poco valor agregado interno, dejando pocos canales de transmisión de tecnología y obstaculizando el potencial de ascender en la cadena de valor y explotar nuevas oportunidades económicas, más allá de la ventaja comparativa existente, al aprovechar la tecnología y la IED para construir procesos productivos transformadores.

No obstante, las fuertes respuestas de las políticas nacionales a la pandemia de COVID-19 están acelerando la reactivación de las políticas industriales y sugieren un paradigma cambiante que reafirma Estados desarrollistas más fuertes. La comunidad internacional debe construir un terreno común sobre estas tendencias, para fortalecer la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En este sentido, la UNCTAD hace una propuesta para ampliar de las capacidades productivas, que faciliten la transformación estructural, la diversificación económica y la industrialización, a fin de constituir el núcleo de un nuevo consenso multilateral más resistente para acelerar este objetivo.

De esta manera, debe fomentarse la creación de capacidades productivas que transformen las economías de una estrecha dependencia de productos básicos o empleos que generan pocos ingresos internos, hacia bases de suministro más amplias con empleos más dignos.

Los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, no pueden cumplirse sin una economía mundial dinámica e inclusiva y sin esfuerzos sostenidos de cooperación mundial. Una de las ideas fundamentales de la UNCTAD, es que el comercio es el mejor instrumento para generar un círculo virtuoso para el desarrollo. Pero, debe cumplir con generar buenos empleos y oportunidades de ingresos a partir de la producción de bienes y servicios de creciente contenido tecnológico y valor añadido.

En este sentido, es urgente se fortalezcan los esfuerzos para abordar las vulnerabilidades existentes y avanzar en la Agenda 2030, mediante una adecuada respuesta internacional, donde la cooperación global es primordial. Se deben abordar soluciones multilaterales, aprovechando los beneficios de la globalización, en lugar de ir en el camino de una mayor fractura.

UNCTAD, sugiere tres temas generales para definir esta agenda de acción:

  1. Reducir la desigualdad y la vulnerabilidad, aprovechando los beneficios para el desarrollo generados por los cambios estructurales existentes y emergentes en la producción internacional.
  2. Crear riqueza respetando los límites planetarios.
  3. Mejorar el espacio fiscal y el acceso a la liquidez internacional de los países en desarrollo, para financiar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y evitar una década perdida.

 UNCTAD llama a embarcarnos en la búsqueda de un nuevo consenso multilateral que se cimiente en enfoques inclusivos para la cambiante estructura de producción mundial. Nos parecen propuestas plausibles, y vale la pena discutir su implementación.


[1] Este documento cual será presentado como parte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la cual se realiza después de cuatro años

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