EL COVID-19 Y LA SALUD MENTAL

Alan Fairlie Reinoso

La ONU ha publicado un reciente documento denominado “Informe de políticas: el COVID-19 y la necesidad de actuar en relación con la salud mental[1], en el cual aborda la problemática de la salud mental que está siendo gravemente afectada por el Covid19; y propone medidas a implementar por parte de los gobiernos. La salud mental conforme lo define la OMS[2] es “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, siendo a su vez un derecho humano que los gobiernos deben procurar brindar a la comunidad para que pueda desarrollarse en condiciones favorables y de bienestar.

Impacto del Covid-19 en la salud mental

Según el documento de las Naciones Unidas, antes del Covid19 las estadísticas sobre la salud mental, ya eran preocupantes. La depresión afectaba a 264 millones de personas en el mundo, siendo el suicidio la segunda causa principal de muerte en jóvenes de 15 a 29 años. Sin embargo, no hay una debida atención por parte de los gobiernos a la salud mental, el promedio de gasto por país en salud mental es el 2% de los presupuestos de salud. Además, hay menos de 1 profesional de salud mental por cada 10,000 personas en el mundo. Y, en los países de ingresos bajos y medianos, entre el 76% y el 85% de las personas con afecciones de salud mental no reciben tratamiento alguno.

Ahora, el impacto del Covid19 a la salud mental es aún mayor debido a que los niveles de estrés en la población se han elevado por diversos factores como el confinamiento, la pérdida de los ingresos, entre otros. Afectando el desarrollo de la salud cerebral de niños pequeños y adolescentes, así como el deterioro cognitivo de los adultos mayores, por lo que se necesitan acciones urgentes para evitar el impacto a largo plazo.

Por otra parte, el acceso a la atención a la salud mental era limitado antes de la pandemia, ahora la mayoría de dichos establecimientos han sido reconvertidos para tratar personas con Covid19 por lo que la atención se realiza de manera remota, generando limitaciones en la población que no tiene acceso al internet, las telecomunicaciones o herramientas digitales.

Poblaciones específicas de preocupación

Las poblaciones más afectadas con el Covid19 en salud mental son las siguientes:

Los trabajadores de la primera línea, en especial los trabajadores de salud, están expuestos a mayor estrés, decisiones difíciles, carga laboral extrema, riesgo de infectarse y contagiar a sus familias, y están siendo estigmatizados en sus comunidades. Se han registrado casos de intentos de suicidio y muerte por suicidio del personal de salud.

Los adultos mayores y personas de condiciones de salud preexistentes afrontan mayores niveles de ansiedad por el riesgo de complicaciones potencialmente mortales, aumentando la preocupación por infectarse del virus y no acceder a la atención médica adecuada. La soledad es un importante factor de riesgo de mortalidad en los adultos mayores.

En el caso de los niños y las mujeres, durante el parto se ha evidenciado afectaciones al estado emocional y comportamiento de los recién nacidos. Las mujeres embarazadas y las madres están asumiendo mayores nivel es de estrés que los hombres. Además, con el confinamiento los niños corren mayor riesgo de abuso infantil y aumenta la violencia contra la mujer.

Los adolescentes y jóvenes son un grupo de riesgo en la crisis debido a que las condiciones de salud mental se desarrollan durante este período de la vida. Además, muchos jóvenes han visto impactado su futuro ante el cierre de escuelas y universidades, la pérdida de la rutina y la conexión social.

Las personas en situaciones humanitarias y de conflicto afrontan un escenario aún más complicado, previo a la pandemia 1 de cada 5 personas tenía una condición de salud mental. Ahora por las condiciones en las que se encuentran, tienen dificultades para cumplir con las medidas de aislamiento debido a que se encuentran refugiados, en campamentos o asentamientos abarrotados.

Acciones recomendadas por la ONU

El documento de las Naciones Unidas propone las siguientes recomendaciones:

1. Aplicar un enfoque de toda la sociedad para promover, proteger y cuidar la salud mental

Incluir la salud mental y las consideraciones psicosociales en la respuesta nacional COVID-19; implementar medidas de protección financiera para evitar que las personas sufran el impacto de perder sus medios de vida o perspectivas económicas y profundizar las desigualdades; ofrecer oportunidades de aprendizaje alternativas a niños y adolescentes fuera de la escuela;  prevención y reparación de la violencia doméstica, ya sea contra mujeres, niños, adultos mayores o personas con discapacidad; abordar la discriminación contra los trabajadores de la salud y las personas que tienen o han tenido COVID-19; y, comunicar sobre COVID-19 de manera que promueva la salud mental y el bienestar psicosocial para reducir la propagación del virus y la ansiedad en la población.

2. Asegurar la amplia disponibilidad de salud mental de emergencia y apoyo psicosocial

Apoyar la acción comunitaria que fortalezca la cohesión social, la solidaridad y el afrontamiento saludable, reduzca la soledad y promueva el bienestar psicosocial; ampliar el acceso al soporte remoto para cualquier necesidad de salud mental; y, definir como servicios esenciales a la salud mental y la atención social para personas con afecciones graves de salud mental y discapacidades psicosociales.

3. Apoyo a la recuperación del covid-19 creando servicios de salud mental para el futuro

Es necesario que los países inviertan en salud mental debido a su poco financiamiento, más aún porque la pandemia generará efectos a largo plazo en la salud mental, siendo importante promover la investigación. Asimismo, se deben establecer servicios comunitarios asequibles, efectivos y protectores de derechos humanos como parte del plan de recuperación del Covid19. La salud mental debe incluirse como parte de los paquetes de beneficios de atención médica y planes de seguro.

Balance

La salud mental debe ser una prioridad para el gobierno, como se ha señalado en el documento de las Naciones Unidas, los efectos a largo plazo que causará el Covid19 en el desarrollo cerebral de los niños y en los adultos mayores son graves. Debemos proteger la salud mental de nuestra primera línea, los trabajadores de salud, y de los trabajadores que por la emergencia sanitaria han continuado laborando como la policía, limpieza pública, servicios esenciales, y los campesinos, quienes se exponen a diario al contagio del Covid19. Asimismo, se deben establecer medidas para cuidar a nuestros adultos mayores y al grupo de riesgo, protegerlos en vez de exponerlos a un contagio que podría ser mortal.

Si bien el gobierno ha establecido en el Decreto Supremo N° 013-2020-SA la salud mental como parte de las medidas de prevención durante la Emergencia Sanitaria; y, mediante la Resolución N° 180-2020-MINSA se aprobó la Guía Técnica para el Cuidado de la Salud Mental del Personal de la Salud en el contexto del COVID-19; sin embargo, para cuidar la salud mental el enfoque debe ser integral. Mientras los trabajadores de salud trabajen sin recibir sueldos ni protección social, la población que ya no tiene recursos siga sin recibir el bono económico, aumenten los despidos y apliquen la suspensión perfecta de labores, los informales continúen sin apoyo, los que reinician labores no cuenten con las medidas de seguridad y salud en el trabajo, y se reduzcan los estándares de protección a los adultos mayores y al grupo de riesgo, la salud mental en la población de nuestro país estará afectada severamente.


[1] Tomado de: https://www.un.org/sites/un2.un.org/files/un_policy_brief-covid_and_mental_health_final.pdf

[2] Tomado de: https://www.who.int/topics/mental_health/es/

Foto: ANDINA

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