COVID 19: VIRUS PARA POBRES Y CORONA PARA RICOS

Albert Camus:  lo peor de las pestes no es que mata los cuerpos sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso

Juan Pedro Chang

Activista social, ambiental y político. Secretario de Organización de la Central Unitaria de Trabajadores del Perú, CUT PERÚ.

La CONFIEP demanda reactivar la economía y el gobierno anuncia el inmediato reinicio de actividades empresariales a partir de la fecha. La economía está en coma, pero el virus goza de buena salud y avanza implacablemente; por sectores sociales precarios con baja presencia de Estado, pobreza persistente, déficits en infraestructura domiciliaria y servicios básicos, escaza cobertura en salud, desempleo, alta informalidad laboral y desnutrición sistémica.

Cincuenta días de una cuarentena colapsada por incapacidades de Estado y de gobierno para entender y atender necesidades en salud pública de sectores populares frente a la pandemia, muestran que crece la estadística de muertes y COVID confirmados, de personal médico y hospitales colapsados, de economías familiares en crisis, de dolorosas migraciones regionales por desesperación, de bonos de apoyo que no llegan y de demandas de bono universal (para todos). Crece también el número de dispositivos legales que so pretexto de pandemia generan financiamiento y acceso al crédito para la gran empresa; migajas financieras para las MYPES y nulo apoyo económico para trabajadores autoempleados/as que viven del día a día.

En este contexto nacional y global surge una afirmación científica y política: el coronavirus es un resultado biológico, económico y social del neoliberalismo. Y los pueblos del Perú construyen una gran verdad popular: COVID 19 es virus para los pobres y corona para los ricos ¡No debemos, ni podemos permitir que el neoliberalismo juegue con la vida de la gente!

El sustento científico fundamental de la estrategia contra la COVID 19 es distanciamiento social. A pesar de consideraciones políticas y económicas de gobernantes que ralentizan su aplicación y de las limitaciones estructurales, funcionales, económicas, políticas y sociales de países precarizados (como el nuestro) que dificultan mejores resultados, los expertos de la Organización Mundial de la Salud, OMS, indican que ante la inexistencia de la vacuna el distanciamiento social debe persistir y ser aplicado y garantizado debidamente en periodos de reinicio de actividades económicas paralizadas, como de reactivación (¿normalización?) de las actividades empresariales y del mercado laboral en tiempos post coronavirus.

Sin embargo, diferentes dispositivos legales aprobados por el Ejecutivo afectan el sustento científico de la OMS. Todos ellos obedecen a la presión política, económica y mediática de grandes empresas y multinacionales; aumentan el riesgo de propagación del virus; dificultan el distanciamiento social en sectores populares y población en general; debilitan la seguridad y salud en el trabajo y la bioseguridad en los trabajadores/as; y expresan la usura, codicia y falta de humanidad de “empresaurios” a los cuales no les interesan la vida y la salud de la gente porque consideran que el dinero vale más que todo en la vida.   

La presente coyuntura laboral comprende el D.U. 038-2020, el D.S. 011-2020/MTPE, la R.M. 144-2020/EF, otros dispositivos semejantes y el reinicio de actividades suspendidas por la pandemia. En ese contexto, los objetivos sindicales y populares son defender la salud y la vida de la gente; defender seguridad y salud en el trabajo; derogar la suspensión perfecta de labores y el peligro de cese colectivos que significa; evitar la reducción de remuneraciones ; lograr que la COVID 19 se califique como enfermedad profesional; y que las medidas para la reactivación económica y reanudación de actividades empresariales que apruebe el Grupo de Trabajo Multisectorial garanticen bioseguridad y derechos laborales y humanos plenos.

El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, “garante de los derechos laborales” no participa premeditadamente en dicho Grupo de Trabajo. La alianza CONFIEP y sectores del Ejecutivo busca aprovechar la pandemia para modificar y flexibilizar la legislación laboral. Hay campañas mediáticas que distraen la opinión pública, para flexibilizar los protocolos de  bioseguridad que toda empresa debe garantizar para reiniciar actividades. Todo esto ocurre porque en realidad los mencionados dispositivos son meros instrumentos empresariales de la “Política Nacional de Competitividad y Productividad”; y algo que todavía es peor, fruto de la desnaturalización del Dialogo Social y de estrategias maquiavélicas de opinión pública.  

¿Cómo se garantiza la salud y la vida del trabajador en modos coronavirus? ¿la reactivación de la economía implica reorientar y reestructurar la estructura productiva del país? ¿cuál será la nueva “normalidad” productiva, empresarial y laboral? ¿será justa, digna, solidaria, segura, saludable y humana? ¿promoverá formalización y transformación productiva, tecnológica y comercial de las MYPES y del autoempleo? ¿qué pasará con el empleo precario? ¿cómo y de qué van a vivir los trabajadores/as de sectores económicos que no reinicien actividades? ¿cómo sobrevivirán los trabajadores/as de sectores autoempleo y micro empresa familiar, que constituyen cerca del 75% de la denominada población económicamente activa?   

Proponemos Protocolos de Gestión Empresarial con Bioseguridad, Derechos Laborales y Dialogo Social para cada empresa, diseñados y aprobados con participación sindical; como herramientas de para emergencia sanitaria y relaciones empresariales-laborales en el modo post coronavirus. Todo protocolo debe garantizar bioseguridad y salud plena; empleo digno y trabajo decente; estrategias y acciones de monitoreo; pruebas serológicas o moleculares antes de reiniciar actividades; atención médica para los casos COVID 19 que se confirmen; y derechos humanos y laborales.

Nuestra Constitución señala que Estado y sociedad tienen por objeto satisfacer necesidades de la persona humana (artículo1) y que salud y vida son derechos fundamentales (artículo 2). El sentido común y la sabiduría popular nos enseñan que la vida está primero que el dinero, que la vida vale más que todo, pero también que el dinero es importante para la vida. En esa perspectiva el reinicio de actividades empresariales y la reactivación de la economía debe enfocarse como cuestión de Estado; con el objeto de preservar empleo, reactivar la economía y garantizar la salud y la vida de la gente; respondiendo a objetivos nacionales de salud pública (estrategia sanitaria). De manera tal que la economía nacional y la sostenibilidad empresarial no se reinicien con objetivos (mercantiles y codiciosos) para las empresas, sino que contribuyen a fortalecer estrategias para defensa de la salud y preservación de la vida.

Necesitamos un nuevo modelo de producción, un nuevo pacto social global, un nuevo modelo civilizatorio, una nueva forma de relación entre los humanos y la naturaleza. Este coronavirus tiene relación con globalización neoliberal, codicia empresarial, mercantilismo, consumismo, hábitos de consumo y estilos de vida creados en torno al modelo económico, fenómenos del cambio climático y uso irracional y depredador de recursos naturales. Y trae un requerimiento de cambio de modo de producción y de modelo de civilización para la humanidad.

Estamos notificados de cambios en estilos de vida, consumismo depredador y nuevo orden social, político, económico, productivo y comercial que tan implacable mensajero comunica. Aunque todo indica que no estamos preparados para entender y responder positivamente al cambio que la naturaleza y sus leyes biológicas proponen. Ante todo lo mencionado en estos apuntes ¿qué decisiones y acciones asumir cómo ser humano, ciudadano y/o autoridades?

Foto tomada de: El Bocón

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